Hablar del agua en el desierto es casi como hablar del oro en los parqués de la bolsa. El agua es un bien tan escaso aquí que, por ejemplo, nunca agradeces lo suficiente las botellas que te dan en el ‘lunch box’ para pasar el día. Y hoy toca hablar de agua.
De nuevo, a punto antes de que salga el sol. |
Me he levantado y no será la última vez, aunque haya sido para la última etapa, a las cinco menos cuarto de la mañana (noche o madrugada para algunos). Digo que no será la última vez, porque para tomar el avión de EgyptAir que me llevará de vuelta a Barcelona también me tocará poner la alarma temprano… muy temprano. Lo que peor llevo es que, probablemente vayamos a dormir, de nuevo, pocas horas, porque a las diez de la noche de hoy empezaba el acto de entrega de premios de la carrera y se prevé que la noche –que ya empieza a refrescar un poquito- sea larga, porque la organización ha traído un grupo musical… Lo dicho, pocas horas en la cama…
La haima donde se reúne todo el mundo... esto era muy temprano y no había casi nadie. |
¡Primera vez que veo algo así en Egipto! |
Pero vamos a lo que íbamos: hoy, el último día de carrera, ha sido una debacle porque muchos participantes han sufrido de lo más: averías mecánicas, caídas, pérdidas… pero para algunos, la aventura ya ha empezado en el momento de levantarse y pasar por los tráiler de baños y duchas. Yo, que creo que he sido uno de los que más temprano ha pasado por allí, no me he podido lavar con agua del grifo. A ver, que aquí no hay agua corriente, y si la hay es igualmente desaconsejable hacer, por ejemplo, gárgaras con ella. Yo sólo me lavo la cara o me ducho, pero nada de entrar en contacto con el interior del cuerpo, que sólo faltaría que tuviera que salir disparado con un rollo de papel de váter hacia un sitio donde no me vieran... hacer el ridículo. Más que nada, ¡porque en el desierto poco hay para que uno se pueda esconder! Alain Rossignol, mi compañero de coche, me confesaba que alguna vez ha tenido que ir de urgencia al baño, “explotando” ahí. Y dejémoslo así.
Pues bien, sigo. Me he encontrado con un chaval egipcio que llevaba una camiseta del Barça más trucha (falsa, en ‘argentino’) que un billete de tres euros. Creo que nunca la ha habido ni nunca la habrá una camiseta así, pero bueno, él tiene una camiseta del “Barça”. Sus conocimientos de fútbol, según he podido comprobar, no van más allá de algunos nombres sueltos, pero después de Messi me ha puesto en un pedestal a Cristiano Ronaldo, y claro, yo no he comulgado para nada. Él, que sí, que sí… que Barça, pero Cristiano… hasta que he desistido convencerle porque el inglés no era una buen idioma para entenderse…
Foto: Alain Rossignol. |
Él me ha dicho que no había agua en los baños y me ha dicho que esperara un segundo. Ha tardado un poco más (aquí los segundos egipcios casi se pueden medir en minutos) pero me he quedado de pasta boniato cuando me ha dado una botella de agua (1,5 l.) obviamente, he usado un poco para lavarme y he dejado el resto allá. Por lo que me han comentado, se ha armado la marimorena cuando ha empezado a ir el grueso del vivouac, y no diré a lo que olía porque es algo que no me gusta recordar… ¡alguien parecía podrirse!
Foto: Piero Batini. |
Hemos salido un poco tarde y al final no hemos ido a las primeras dunas porque hemos visto que no nos daba tiempo y, sobre la marcha, Alain ha buscado otro punto en el GPS para llevarnos. ¡A la primera! Hemos encontrado un punto de paso que no estaba nada mal, y en el que he hecho una foto que publicaré en la revista para abrir, sin duda alguna, y que he presentado al concurso. ¡Ya veremos el veredicto! Lo darán de aquí a un rato, en la entrega de trofeos a los mejores, o sea, que me voy yendo dejando algunas de las fotos (que no he presentado) en las que me podéis ver en acción… o no.Y después de los premios vendrá la fiesta, donde habrá (poca) agua, creo.
Hasta pronto... ¡ahora vuelvo!