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Hansi, de marathonrally.com |
Hoy os voy a hablar, nuevamente, de nosotros. Y aunque hay una norma periodística que dice que
el periodista nunca debe ser el protagonista de una noticia, por eso he hecho este blog, porque alguna vez nuestro colectivo también forma parte de la carrera. Y me atrevería a decir que una parte importante de ella. Y como este blog es diferente, pues
me da la gana de hablar de mis colegas.
Las fotos que acompañan este reportaje, sin embargo, son mías, y me gustaría que las disfrutárais, porque ninguna de ellas ha sido publicada... aún.
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Dos trazadas de moto que acaban uniéndose. Me gusta. |
Los periodistas y fotógrafos que seguimos el rally, como os he dicho en otra entrada, vamos en vehículos de prensa 4x4 para poder llegar a los puntos clave para poder hacer fotos "bonitas" de acción: dunas, pistas, desfiladeros, atravesando zonas habitadas... En algunos casos, los periodistas nos conocemos de haber coincidido en alguna otra carrera. En mi caso, el año pasado, tengo que reconocer que sólo
conocía a un par de colegas de las ediciones que el Dakar pasó por España.
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Los cámaras de televisión,
grandes profesionales. |
Cuando distribuyeron los vehículos la víspera de empezar el rally, me dijeron que iba en un Toyota con un periodista alemán, Hansi Schekahn (de
marathonrally.com), un cámara francés de la organización, Mikko, y otro francés que se encarga de coordinar diferentes webs de rallys del mundo, además de haber sido un buen copiloto hace algunos años.
Un par de etapas más adelante nos cambiaron a Mikko por un fotógrafo chino que vivía en El Cairo, Bilal. Hansi, es el fotógrafo que sale en la primera foto, y en la foto que tomé dentro del Toyota, en marcha, salimos el resto. Mikko, aparece en la foto vertical cerca de las motos que estaban a punto de atacar una duna cortada, tiene gran experiencia en rallys, y fue una lástima que no pudiera venir más en nuestro vehículo.
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Los locales siempre te sorprenden llegando,
con cualquier vehículo a cualquier parte. |
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Un copiloto cargando con los útiles para desencallar
el coche de las dunas. |
Decía que, yendo por la misma ruta que tienen que pasar los participantes del Rally, descubres paisajes increíbles y situaciones que, quizás por falta de experiencia, sorprenden. Aún así, muchas veces tienes dudas sobre si estás en el mejor lugar, en la mejor posición, con el objetivo idóneo...
Normalmente cada uno va por su cuenta una vez nos bajamos del auto, intentando buscar la mejor instantánea, sin entorpecer al otro compañero. En eso, hay mucho respeto. Un día de esos, el quinto, sufrimos por Bilal. El tipo, sin experiencia en el mundo del motor, se colocó debajo de una duna cortada, intentando buscar la mejor foto. Suerte que el cámara de video que encontramos allí le pegó un par de gritos para que se fuera de allí. No sé si lo entendió por las buenas, pero, afortunadamente, no tuvo que esperar a que pasara la primera moto para comprobar el riesgo que estaba corriendo.
Hansi ganó el concurso de fotografía que organizó Edo Bauer, el jefe de prensa del Faraones con una foto muy parecida a la que está de fondo de pantalla de este blog. Prácticamente son iguales, aunque yo me dí cuenta muy, muy tarde, que tenía 'esa' foto. Sin embargo, en mi primer año de Faraones, decidí no competir... por vergüenza, más que nada.
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Philippe, yo y Bilal. ¡Vaya trío! |
Otro día,
tuvimos que ayudar a un par de coches a salir de un buen embrollo el primer día de dunas: se habían quedado atrapados en un reguero de fesh-fesh. Eran participantes en el raid -paralelo a la carrera-, con un vehículo poco -o nada- preparado, y -lo que era más grave- con dos pilotos sin apenas experiencia. No sabían ni cómo poner las planchas para sacar el coche de aquel atolladero. No sabían ni que había que sacarle presión a las ruedas, ni cómo dar gas para salir airoso... ¡y les faltaban 100 kilómetros hasta el primer control de paso! ¡Y luego otros 300!
Les 'invitamos' a dar media vuelta y dejarlo, pero ellos, después de pensarlo, decidieron seguir. ¡Qué barbaridad! ¡Qué locura! Pues bien, al final de la jornada, cuando ya habíamos terminado nuestro trabajo, nos los encontramos a la entrada de la haima de la organización. Llegaron, y aparentemente, bien. Y decidieron seguir otro día más. Pero no lograron hacerlo muchos más, porque al final, el coche -y ellos también, porque pagaban con sus caras-, se rompió.
Lo mejor de un evento así son sin duda las anécdotas que nunca ven la luz, lo que podríamos llamar la "trastienda". Al menos esta vez tendremos a alguien que nos las cuente...
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